¿Cómo cambió nuestra vida el control del fuego?
Para muchos investigadores, el control del fuego fue el aspecto determinante para que el ser humano haya llegado hasta el prestigioso puesto que goza actualmente, a la cabeza del resto de especies. No se nos ocurre un mejor inicio para hablar de la relación entre el fuego y los humanos que el ofrecido por José Antonio Cabezas en su obra “En busca del fuego”. Es por lo que explica este párrafo que el fuego ha sido un elemento que ha jugado un papel destacado en muchas creencias, mitos y rituales del ser humano. Entre los más famosos tenemos el mito de Prometeo en la cultura griega, quien robó el fuego a Zeus para dárselo a los humanos. Ya debe tener una consideración importante, como para que alguien se atreva a robarle algo al padre de los dioses. Está claro que desde que el ser humano tiene conciencia de los beneficios que les depara el uso del fuego, ha sido uno de los elementos más preciados.
¿Desde cuándo controlamos el fuego?
Una de las evidencias del uso del fuego por parte de los homínidos se atribuye a Homo erectus pekinensis, una especie que vivió en China hace entre 500 000 y 250 000 años. Sin embargo, los registros más antiguos en Europa se remontan a hace unos 800 000 años. Claro que, en términos de evolución, suele ser común que cualquier aspecto se diera antes en África. El uso del fuego no es una excepción. En los yacimientos de Swartkrans y Chesowanja tienen fechado restos del uso del fuego por humanos desde hace más de un millón de años.
Pero no es lo mismo el uso que el control del fuego. Se piensa que no sería hasta la llegada de Homo sapiens cuando aprendimos a generar fuego de manera artificial. Anteriormente podrían haber usado hogueras prendidas por un fuego “prestado” de un incendio natural, un volcán o el creado por el impacto de un rayo. En la Península Ibérica, el control del fuego está fechado con 25 000 años de antigüedad según los restos hallados en la cueva de Bolomor (Valencia). Hay quien todavía retrasa más el control generalizado del fuego hasta el Neolítico. Desde luego, la historia del control del fuego hasta nuestros mecheros y fuegos eléctricos actuales ha sido larga.
Revolución alimentaria
Antes de que los seres humanos aprendieran a usar el fuego, 6 que consumíamos era similar a la del resto de mamíferos: carne y vegetales crudos. Por nuestras características, se piensa que incluso sobreviviríamos en muchas ocasiones como carroñeros. La ingesta de productos crudos nos llevaba a problemas de digestión, la dureza al masticarlos deterioraba nuestros dientes a mayor velocidad y era fácil contagiarnos con alguna enfermedad transmitida por estos alimentos. Además, nuestro cuerpo se beneficia de menos nutrientes cuando comemos alimentos crudos, lo cual hacía que tuviéramos la necesidad de comer más, lo que implica tener que buscar más comida, cazar y los peligros que conlleva esta actividad. Todos estos elementos unidos hacían que la esperanza de vida fuera muy baja. Sería un hito superar los 50 años en estas condiciones de vida.
Con el fuego como aliado, empezamos a comer carne y vegetales cocinados. Estos alimentos eran más fáciles de masticar y digerir. En este estado son más nutritivos para nuestro cuerpo y el calor elimina las bacterias que podían hacernos enfermar. Por si fuera poco, los productos se conservan mejor una vez cocidos.
Revolución cultural
El uso del fuego fue nuestro inicio por el control de la naturaleza. Nos permitió cazar de forma más eficiente, pues todos los animales temen al fuego y eso se puede usar para dirigirlos a la trampa que le tenemos preparada. Por lo mismo nos permitió ser menos cazados y ahuyentar a los depredadores. Nos dio calor en invierno y nos permitió colonizar climas más fríos. Estos fueron los elementos que hicieron elevar considerablemente nuestra esperanza de vida.
Mejoró la fabricación de utensilios, endurecidos con el fuego. A mejores utensilios, más opciones de éxito en la caza, una manera más óptima de alimentarnos, lo que nos brinda tiempo para dedicarlo a otros menesteres, y ya sabemos que el ser humano es capaz de muchas cosas con tiempo libre. Pudimos desarrollar el arte y, además, plasmarlo en el interior de cuevas al contar con una fuente de luz. El tiempo libre crea especialistas en otras materias, fundamental para la creación de sociedades complejas. José María Bermúdez de Castro nos hace ver en una frase la importancia del fuego para formar la cultura humana:
“En torno a una buena hoguera impulsamos el intercambio de ideas, la transmisión oral de conocimientos y,
probablemente, enriquecimos las expresiones de nuestros lenguajes atávicos”.
El fuego acabó convirtiéndose en energía. Desde la fundición de metales a la máquina de vapor y otros inventos que necesitan del calor para funcionar, hitos claves en el desarrollo de la civilización están relacionados con nuestra habilidad para controlar el fuego.
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